Rafael Mies

La señal del bono en Codelco

Por: Rafael Mies | Publicado: Jueves 20 de diciembre de 2012 a las 05:00 hrs.
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Un bono de $ 16,8 millones y un préstamo blando por $ 3 millones por persona, es lo conseguido por los sindicatos en esta última negociación entre la administración y los trabajadores de Codelco. Este monto es algo impensado para más del el 99% de la masa laboral chilena. Representa mucho más de lo que la mayoría percibe como ingreso familiar en un año completo y vale la pena preguntarse cómo, en la industria minera chilena, llegamos a este nivel de gasto en remuneraciones.



La nueva administración de Codelco ha puesto la productividad en el largo plazo como la base que explica su oferta. En efecto, el celebrado acuerdo implica un programa de reducción de personal y desvinculación de 2.150 personas durante los próximos 48 meses. Este argumento es sólido, pero conlleva una visión bastante pobre de lo que representan los Recursos Humanos en la minería.

En efecto, al asociar la productividad tan fuertemente a su dotación, lo que se deja en evidencia, al menos a nivel de discurso, es que en la minería las personas finalmente son un gasto y no una inversión, que en realidad este concepto de “capital humano” como fuente de creación de valor es aplicable para otras industrias pero no para la minería u otras actividades intensiva en mano de obra.

Al asociar mano de obra a gasto, se pierde el verdadero concepto de productividad, basado en el talento creativo humano. La discusión se vuelve financiera y no humana. 
Un segundo argumento, del todo razonable por lo demás, es el de no prolongar una negociación que desgaste la relación con los trabajadores y pueda llevar a la paralización de ciertas faenas. Es sabido que los altos costos que conllevan una paralización hacen más atractivo un cierre inicial rápido, aunque sea caro. Se cumple el dicho: “más vale un mal arreglo que un buen juicio”. Nuevamente el punto es válido, sólo queda ese sabor amargo de una negociación basada en el miedo al paro frente a la racionalidad de las demandas de la contraparte. Perfectamente uno se podría preguntar por qué no 20 millones o 30. Detrás de estos elevados montos, no aparecen argumentos que den racionalidad a esta cifra, más allá de que este mayor costo se puede absorber. 
En lo personal, el gran ausente en esta discusión es si estructuralmente el trabajo minero es tan especial que justifica estas rentas extraordinarias, o lo que se está viendo es simplemente fruto de un país que ha perdido un poco el norte en ciertas materias y donde la condición de pleno empleo con un precio del cobre extraordinariamente alto nos han llevado a “marearnos” frente a los montos de los que se está discutiendo.

En realidad, tiendo a pensar más en lo segundo, que estamos viviendo como país y sociedad una coyuntura que nos ha mal acostumbrado a este nivel de gasto en todo orden de cosas y, en ese sentido, creo que la señal de estos altos bonos compensatorios son arriesgados no desde el punto de vista de la capacidad que tienen las empresas de absorberlos, sino de la ruptura natural que existe entre un trabajo bien realizado y la legítima remuneración que este genera.

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